Es la última etapa en la introducción de alimentos en la vida de nuestro hijo; a partir del año, el niño poco a poco puede irse incorporando a los hábitos de los adultos siempre que estos lleven un estilo de vida y una alimentación equilibrada.
El bebé ya ha ido experimentado los distintos gustos, dulces, salados, ácidos… y texturas, siendo en este momento donde en función del desarrollo del pequeño, puede empezar a tomar la comida en trozos pequeños y los purés pueden ir adquiriendo consistencias más grumosas o sólidas.
Además comenzamos a llevar una dieta más variada, intentando que haya una representación de todos los alimentos para obtener todos los nutrientes necesarios; de este modo el bebé ya puede hacer 5 comidas diarias , siempre SIN DESCUIDAR LA LECHE EN SU ALIMENTACIÓN ( 500ml diarios) y que continuará teniendo un papel importantísimo hasta aproximadamente los tres años de vida.
Las 4 comidas del día pueden repartirse en:
Por supuesto este esquema puede tener todas las modificaciones posibles, ya que cada niño tiene su ritmo y gustos y vosotros papis sois los que mejor los conocéis, y debéis ser los que junto con el pediatra creéis su menú dentro siempre de un esquema que cumpla con todas sus necesidades nutricionales básicas.
A partir del 8º mes se pueden comenzar a introducir los derivados lácteos, quesos y yogures. Los lácteos constituyen una buena fuente de proteínas, calcio, necesario para la formación de sus huesos, vitaminas A, B, D y minerales tan importantes como el fósforo, pero también es un alimento rico en grasas así que su consumo debe ser moderado.
Es recomendable comenzar con quesos bajos en grasa y sal como puede ser el queso fresco (tipo Burgos), requesón o quesos en porciones. Los yogures son otra opción muy saludable para los bebés en esta etapa.
Son aconsejables los yogures enteros y no azucarados, más que los yogures específicos para bebés, ricos en azúcares y por tanto con un mayor contenido calórico. Los yogures ayudan a la regeneración de la flora bacteriana, estimulan el sistema inmunológico, por tanto las defensas del bebé frente a enfermedades e infecciones; además son bajos en contenido en lactosa y por tanto de fácil asimilación y digestibilidad.
Sin embargo debéis tener en cuenta que la LECHE DE VACA NO ES RECOMENDABLE HASTA EL AÑO DE VIDA, porque es baja en hierro, puede producir una carga excesiva de proteínas a nivel renal y es baja en omegas (ácidos grasos esenciales).
Este es el momento de los pescados blancos, tanto frescos como congelados, ricos en proteínas, en grasas cardiosaludables (omega3), de fácil digestión y texturas suaves. Los mejores pescados para comenzar son aquellos que tiene un sabor suave y pocas espinas como la pescadilla, la merluza, el lenguado, el fletán, el halibut o el rape.
Evita los crustáceos y mariscos y comienza a introducirlos según el consejo de tu pediatra. El pescado azul no es recomendable en su dieta hasta los 18 meses. La cantidad de pescado para empezar debe estar en 20-30 gr. por ración y con una frecuencia de 2 a 3 veces por semana, alternándolo con la carne y huevos.
Es muy importante que el pescado, si es fresco, lo congelemos previamente al uso al menos durante 24 horas para evitar el anisakis. La mejor manera de introducirlo en su dieta es desmenuzado, limpio de espinas para evitar atragantamientos y hervido junto a las verduras, arroz, pastas o legumbres y añadiendo en crudo una cucharadita sopera de aceite de oliva.
A partir de 11 º mes, podemos introducir los huevos en la alimentación, no se recomienda que sea antes por su alto poder alergénico. Es de los alimentos que más alergia puede producir, por lo que debemos ser prudentes y siempre seguir los consejos del especialista.
Los huevos son considerados el alimento con proteínas de mayor valor biológico, ya que proporcionalmente y comparado con otros poseen gran cantidad de proteínas sin apenas grasas; las grasas que contienen están en la yema y son principalmente grasas saludables (omega 3) y en menor proporción otras como el colesterol.
Tiene minerales tan importantes como el hierro, fósforo o magnesio y vitaminas A, D, E y del grupo B . Los huevos no contienen fibra ni azúcares.
La dieta de cualquier niño es impensable que sea sana y equilibrada si no están presentes las legumbres. Se pueden empezar a introducir a partir de de los 8 meses, aunque hay pediatras que las recomiendan más tarde (en torno a los 10 meses); consulta siempre con tu médico o nutricionista.
Las legumbres son un alimento completísimo que le aportan azúcares, fibras, proteínas vegetales, vitaminas y minerales. Las más aconsejables para comenzar la introducción y más suaves para comenzar son las lentejas, los guisantes, judías verdes y garbanzos; si estos se toman sin dificultad entonces a partir del año introducir la alubia, las habas y la soja.
Si tu bebé padece gases o cólicos frecuentes puedes optar por las legumbres sin piel; hoy en día ya existen en el mercado y ayudarán a la digestión de las mismas.